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2010-06-26

Merzouga, puerta hacia el desierto.



La llegada a Merzouga se nos hizo larga. Varias horas en bus desde Fez pero valió la pena. Ya hay mucho polvo de arena, el viento resopla los sonidos del desierto y nos transporta a un mundo de sensaciones nuevas.



Si bien hace meses nos habíamos adentrado en el desierto de Rajastán, queríamos llegar a uno más acorde a lo que nos imaginamos desde niños, dunas y dunas resplandecentes bajo el sol. Color arena y sol en todas las esquinas de nuestros ojos!


La llegada al hostal situado a la entrada de Merzouga nos sirvió para tomar el primer contacto con el desierto de Erg Chebbi.


El recibimiento muy caluroso no es de extrañar, este lugar antiguamente poblado de árabes, negros y bereberes, está acostumbrado historicamente a recibir bien a los viajantes.


Tomamos un par de horas para asentarnos en nuestra habitación calurosa, y nos preparamos para iniciar el viaje al desierto.




Ya vamos camino de ser expertos en los viajes a camello, los de la India nos habían servido de bautizo, y por lo tanto ya nos esperábamos a los duros ajetreos que se llevan estos animales, más subiendo y bajando dunas bajo el calor asfixiante del desierto.



Y de repente la vista se relaja y no se cansa de admirar el paisaje, divino, contrastes y fusiones de colores nos dejan sin habla. Un cielo azul intensivo y una arena con color también intenso nos dejan recuerdos de por vida. Volveremos al desierto!


Al cabo de unas horas nos encontramos con unas primeras tiendas de bereberes. Y pozos en medio del desierto donde los habitantes del lugar o viajeros se rearman para el resto del viaje.



Decidimos descansar en esas tiendas. Llega la hora de comer y el guía nos va a preparar un plato local.



Aprovechamos para inmortalizarnos con él, y con nuestros camellos. Ahora redactando estas palabras, unos meses después, echo tanto de menos este lugar y momento!



Aún no llegó la hora de comer, la sed y el calor nos tiene agotados, son casi los 48 grados del desierto, y aprovechamos para descansar en la tienda de berebere.



Un poco de música y mi preciosa acompañante me dedica esta mirada sutil !
Y a comer!

Después de una siesta en pleno desierto, bajo la sombra de unos árboles secos, seguimos explorando la zona, a pie esta vez.
Y las dunas que nos rodean parecen sacadas de un libro de National Geographic.


El sol empiez a caer y decidimos subir a la duna más alta de todas las que nos rodean, a unos cientos de metros de nosotros.



Cientos de metros subiendo dunas que parecían pequeñas pero que se agigantan a medida que avanzamos. Arena en los zapatos, arena quemando, un paso adelante y dos atrás, resbalando en las cuestas más duras de las dunas. Hermosa experiencia!



Pero el viaje hasta la duna, el viaje a Merzouga, el viaje a Marruecos ha valido la pena por este simple instante!
Allí arriba desde la duna observo el paisaje que me rodea, y de repente, junto a Gaby, me vienen recuerdos y emociones de toda mi vida, relacionadas con toda la gente que quiero y con quien quisiera compartir ese momento, relacionadas con tantos viajes ya experimentados en America Latina, en Asia, en Europa,....


Precioso. Por favor silencio y observen, estamos en el desierto de Erg Chebbi!



Aprovechamos para sellar este momento y de nuevo nos preparamos para la vuelta hacia el hostal del desierto.







Durante el trayecto de vuelta nos cruzamos con los que llamaremos los reyes magos de Merzouga, guias del desierto, uno de ellos berebere, preciosamente vestidos con sus turbanes de varios metros de largos y tunicas listas para aguantar el calor del desierto.





Llega la noche y la entrada a la habitación nos regala esta hermosa vista!



Finalmente, después de recobrar fuerzas con muchos litros de agua y una buena cena, nuestros ya compañeros de viaje nos regalaron un precioso concierto de música berebere. Fue grandioso.


Después de conocer altas montañas con Nepal, por fin habíamos conocido el desierto con Erg Chebbi, aunque timidamente, pero lo suficiente para prometernos volver un día.



2010-06-24

Un laberinto de sensaciones en la Medina de Fez...


Simplemente cargar la mochila al hombro y el corazón se llena de emoción, alegrias y nuevas sensaciones.
Esta vez nos vamos hacia Fez, patrimonio de la Humanidad.

La foto lo resume todo, un laberinto de sensaciones nos absorbe nada más llegar a la ciudad, y más aún acercarse a la Medina.




Las primeras callejuelas adentrándonos en esta Medina del Siglo XII nos avisa: bullicio a toda hora. Tiendas de todo tipo y un laberinto de callejones todos muy parecidos. Da gusto perderse!





Más allá de las tiendas, nos detenemos constantemente para admirar el paso del tiempo en este lugar, que parece nunca haber querido firmar su presencia, puertas escultadas, paredes decoradas, todo nos lleva a siglos atrás.

Es una Medina, en donde podemos encontrar varias Mezquitas, y sobretodo vida, mucha vida diaria, donde la gente reside, va a comprar comida y vende sus negocios.
Sorprendente encontrarse con la cabeza de un camello dando validez a la carne expuesta!


Antes de llegar el mediodía nos hemos hartado de ver tiendas de recuerdos, tapetes y alfombras, objetos de cobre, teteras del país, jabones de Argan, oro y especies de todo tipo.



Un sinfín de sensaciones nos invade, quien podría resumirlas en un frasco de emociones? sabores y olores, sentimientos y lugares. ¿ Como hacer?



La decisión estaba tomada: Todo eso en un beso con sabor la Medina de Fez. Un beso de mi Gaby!
Eso si acompañado de un buen cuscús, sería pecado no probarlo en la más bonita de todas las Medinas de Marruecos!


Finalmente, como siempre, como en todos nuestros viajes, no podíamos irnos sin robar una sonrisa de niño, en este caso una niña muy bonita regalándonos unos segundos de bienvenida.



Poco más, y ya había sido mucho, el lugar se prestaba a sueños y remembranzas. Ya pronto nos vamos al desierto, vaya aperitivo!