Nos hospedamos en unas cabinas que unos franceses decidieron comprar, hace de eso 6 meses. Ahí tenemos a una pastelería francesa y el sabor del croissant me recuerda Europa y sobretodo a Francia, ah, recordada Francia, aunque el entorno era distinto. Ellos decidieron hace años dejar todo su pasado del Sur de Bretaña para irse a vivir una vida mejor, una Pura Vida.
Aquí estamos en Tamarindo, en el Pacífico de Centro América, y el lugar desde dónde desayuno me regala una vista estupenda de la playa, con sus surfistas y algún que otro niño de color bañándose en la orilla. Que bueno me supo el croissant.
El día anterior, viernes noche, Ferran y yo nos perdimos como ya empieza a ser costumbre, en el Mambo Bar, cuyo Disk Jockey se merece una medalla de interpretación musical por como vive cada una de sus canciones. Imperial tras Imperial, que rica estás Cerveza Tica ! eso nos ayudó a entrar más en el ambiente, gringos, surfistas, hogareños, muchos con trenzas , en fin, Puro Pacífico. Esa noche, decidimos juntar nuestro talento y no hubo nadie que pudiera destronarnos del billar, ni gringos, ni ticos, al final salimos victoriosos de todos los desafios. Por algo B.B.Bum (Ferran) fue campeón nacional por equipos , yo sólo lo fui de mi barrio en Francia.
El contacto nuevamente con la tabla de surf nos devolvió la sonrisa, más teniendo en cuenta los progresos que apreciamos. Ya nos cuentan entre los que saben levantarse sobre una tabla y aguantar en ella hasta que le rindas homenaje a la ola, cuando ya no le queda fuerza para arrastrarte hacia ella.
En fin, surf todo el día, hasta el momento tan esperado. Reposados dentro del agua sobre la tabla, sobre nuestra cabeza acechaba la luna y allí al fondo se despedía el sol, amarillento, dorado y por fin ambarino, mientras lo observamos finalmente sentados sobre la tabla entre ola y ola.
Para acabar nos despedimos de alguna que otra ola en la oscuridad de mientras se empezaba a oir la música de fondo en la playa y por fin, un poco de relajo, ayer hemos dormido poco.
Justo antes, nos dimos cita con unas amigas de San José, ellas también de paso por este lapso de tiempo, divinas ticas, lo justo para exponer en esta parte de país el atrevido encanto que se desprendía del movimiento de sus caderas, Maureen, Jenny, Isabel..., hasta dónde puede aguantar el corazón ?
Después de una buena carne de res en el restaurante CopaCabana, como no, con lo hermosa que era Laura la camarera, argentina de Mar del Plata, con un cuerpo exageradamente agradable a la vista, incluso, ó más bien dicho, excepto su protuberancia, nos dirigimos primero al Mambo Bar para recalar en el bar de la playa en el cuál se encontraba todo Tamarindo.
Bareto con el mismo Disk Jockey y sus discos de childout, el trago a 1000 colones, baile sobre la arena bajo la palmera y a un palmo de la playa, cuerpos dormidos, cuerpos entrelazados, rubias americanas, apuestos surfistas, trigueñas del país y rastas frenéticos, charlando, riendo, mirando las estrellas, tomando, bailando, en fin, viviendo. Pura Vida.
La noche fue dura y larga, whisky, tequila, más whisky, más tequila, entremezclado con algún que otro beso robado a aquella hermosa tica, hermosa Maureen, cuyos ojos parecían haber encarcelado el color de Tamarindo.
Creo que me quedaré con eso. Miguel Habana.
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