Ya tocaba escribir. Este país me absorbe, sobretodo cuando finaliza la semana, por su belleza, su naturaleza, su aventura.
Estuve un tiempo desconectado de la redacción, simplemente era necesario encontrar inspiración, en este caso la que ofrece este país.
Accenture Trophy. May 2002.
Es época de lluvias dicen, pero el calor es intenso. Demasiado. De ahí el olor a sudado que llevamos con nosotros. Esto me recuerda aquel famoso verano del 2000 en La Habana, un clima bastante parecido. Estamos en Montezuma, más lejos en este país es difícil irse. El viaje ha sido muy largo, nos fuimos temprano a eso de las 4 de la tarde, en 4 carros idénticos, 4 RAV 4, porque por esa parte del país a veces nos cruzamos con alguna carretera. El resto son simplemente caminos polvorientos y llenos de baches.
Al final, después de cruzar el Golfo de Nicoya en un Ferry y desembarcar al otro lado del mar, después de 3 horas de espera, con única distracción aquel bar perdido en esa carretera, un bar autentico, la verdad, un bar como imagino hace años, casi solo hombres, las únicas mujeres estaban acompañadas por el macho, orgulloso de cantar aunque mal en ese invento fantástico, el Karaoke.
Estuve un tiempo desconectado de la redacción, simplemente era necesario encontrar inspiración, en este caso la que ofrece este país.
Accenture Trophy. May 2002.
Es época de lluvias dicen, pero el calor es intenso. Demasiado. De ahí el olor a sudado que llevamos con nosotros. Esto me recuerda aquel famoso verano del 2000 en La Habana, un clima bastante parecido. Estamos en Montezuma, más lejos en este país es difícil irse. El viaje ha sido muy largo, nos fuimos temprano a eso de las 4 de la tarde, en 4 carros idénticos, 4 RAV 4, porque por esa parte del país a veces nos cruzamos con alguna carretera. El resto son simplemente caminos polvorientos y llenos de baches.
Al final, después de cruzar el Golfo de Nicoya en un Ferry y desembarcar al otro lado del mar, después de 3 horas de espera, con única distracción aquel bar perdido en esa carretera, un bar autentico, la verdad, un bar como imagino hace años, casi solo hombres, las únicas mujeres estaban acompañadas por el macho, orgulloso de cantar aunque mal en ese invento fantástico, el Karaoke.
Pues como os narraba desembarcamos en Montezuma a eso de las 2h00 de la madrugada, un pueblo encantador, al estilo puro del Pacífico pero virgen de tanta americanización, por lo menos no tanto como en Tamarindo.
Iniciamos la mañana en busca de La playa, queríamos encontrar un lugar perdido, y con los todoterrenos nos adentramos en los caminos de piedra, en la selva y los barrizales, y aquello entre tanto polvo se parecía más bien a una carrera, una competición de Rav4, el Accenture's Trophy.
Iniciamos la mañana en busca de La playa, queríamos encontrar un lugar perdido, y con los todoterrenos nos adentramos en los caminos de piedra, en la selva y los barrizales, y aquello entre tanto polvo se parecía más bien a una carrera, una competición de Rav4, el Accenture's Trophy.
Un amigo mío, Johnnie Walker , dice que el mundo entero se hace a un lado por el hombre que sabe hacia donde va. Pero Willy no sabía. Se seguía adentrando en medio de la selva, en lugares en el que uno se preguntaba que como haríamos para volver. Pero siempre sin saber.
Mereció la pena el paseo, primero la playa Mal País y después la playa de Santa Teresa, llena de surfers, otra vez, están por toda parte en este país. No nos arriesgamos, las olas eran demasiados gigantescas y optamos por no brindarle al mar alguna gesta.
La noche , como en todos estos pueblos se resumió en un bar, y como era la fiesta Heineken, ahí estuvimos, el tiempo de conocer a Fanny y Andrea, dos españolas biólogas que lo dejaron todo para venirse 4 meses. Que gusto hablar con chicas españolas. De veras.
Después de que Willy y aquí este redactor despertáramos a Greg Peck (Paco en horario de oficina) a las 3h00 de la madrugada con el único fin de hablar de surf, de mujeres y echar una pequeña humareda en la habitación, el día siguiente lo bueno fue la cascada, desde la cual niños exponían piruetas en el aire desde más de 20 metros.
La vuelta fue un poco menos larga, primero la playa Manzanillo, y después simplemente una pausa para ver una manada de vaqueros compitiendo entre ellos y exhibiendo su puntería, intentando después de una cabalgada de 50 metros arrebatar una pequeña pinza colgada de un cordel.
Realmente, el fin de semana en la provincia de Nicoya fue una comunión total con la naturaleza tica.
Miguel Habana.